Quizá nunca lo hayas usado, incluso es posible que tu coche ni siquiera lo monte, pues hay muchos fabricantes que han abandonado las ruedas de repuesto en favor de kits repara-pinchazos. Pero eso no es excusa para que no sepas cómo funcionan los gatos hidráulicos. Nunca se sabe lo que puede pasar, igual algún día te ves en la necesidad de emplear uno. Por este motivo queremos contarte cuál es la función básica de este elemento así como los diferentes tipos con los que te puedes encontrar.
Como decíamos, cada vez son menos los automóviles que incorporan de serie una rueda de repuesto y las herramientas necesarias para sustituirla, como puede ser el mencionado gato de coche hidráulico o la llave fija necesaria para soltar la llanta. Lo más habitual ahora es que o bien incorporen un pequeño compresor y un líquido repara-pinchazos, que nos permite inflar y taponar la fuga de aire -siempre que esta no sea muy grande, en cuyo caso no sirven de nada-. O bien, que monten unos neumáticos especiales con la carcasa reforzada de forma que es posible circular con ellos pinchados durante varias decenas de kilómetros y con total seguridad hasta que podamos repararlos.
Aunque el caso de tu coche sea como los descritos anteriormente, nunca está de más saber cómo utilizar este elemento. Antes de empezar, debemos aclarar que no todos los gatos de coche son hidráulicos, también los hay mecánicos, como los de tijera. Estos, en lugar de utilizar la presión generada por varios pistones llenos de aceite, para elevar el coche emplean una rosca sin fin que como en los otros, se opera manualmente -también es posible que te encuentres con alguno eléctrico-.
Dentro de los gatos hidráulicos, podemos encontrar dos grandes grupos. Por un lado tendríamos a los más comunes, conocidos como ‘gatos de botella’, en los que el émbolo se encuentra en posición vertical de forma que entra en contacto directo con los bajos del coche cuando queremos levantarlo. Este tipo de gatos los podemos encontrar en toda clase de vehículos, pero suelen ser más comunes en todoterrenos y SUV gracias a su gran capacidad de carga y a la gran altura que pueden alcanzar.
Y por otro lado, tenemos los gatos hidráulicos de tipo ‘carretilla’, que son los que verás habitualmente en los talleres gracias a su gran robustez, facilidad de uso y a que suelen disponer de ruedas. En este tipo de gatos el pistón hidráulico está en posición horizontal y mediante palanca, acciona un brazo que es el que entrará en contacto con el coche para elevarlo. Prácticamente ningún automóvil de serie incorpora uno de esta clase, básicamente porque suelen ser extremadamente voluminosos y pesados, demasiado para que merezca la pena transportarlo en nuestro coche a pesar de las ventajas que aportan.