Cada vez son más los fabricantes que optan por equipar sus vehículos con neumáticos Run-Flat. Este tipo de gomas, que ya equipaba en 1986 el Porsche 959 y que fueron descritas por el ADAC de Alemania –el mayor club del automóvil de Europa- como "la primera gran revolución en el diseño de neumáticos desde su invención", ofrecen mayor seguridad respecto a unas ruedas convencionales. Ante una pérdida de presión, el neumático se mantiene unido a la llanta, incluso al tomar curvas cerradas. Además, no se deforma, ya que sus laterales están reforzados. De esta forma, el conductor no pierde el control de la dirección en ningún momento. Igualmente, el compuesto de caucho resistente a las altas temperaturas es capaz de tolerar el aumento de calor que se produce al rodar.
Ante un pinchazo, con los neumáticos Run-Flat no tendrás que interrumpir tu viaje, puesto que permiten circular entre 50 y 250 kilómetros, dependiendo del fabricante, a una velocidad máxima de 80 km/h. También puedes optar por continuar tu trayecto hasta el taller más cercano sin comprometer la estabilidad del vehículo.
Asimismo, no tendrás que detenerte en el arcén a cambiar la rueda pinchada, con todos los peligros que ello supone. ¿Te imaginas el riesgo que tiene parar en el arcén de una autovía con la cantidad de camiones que circulan a alta velocidad por el carril derecho? ¿Y en una carretera convencional con menos de 1,5 metros de arcén?
Gracias a estos neumáticos reforzados no tendrás que llevar rueda de repuesto en el maletero, por lo que ganarás espacio en la zona reservada a la carga. Además, y debido a esta ausencia, el peso del vehículo es menor, con lo que el consumo de carburante y las emisiones de CO2 se ven reducidas.
No podemos olvidar que en la fabricación de los neumáticos Run-Flat también se ahorra en materias primas, con lo que se provoca un menor impacto medioambiental.