Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que el sistema de frenos es el elemento de seguridad más importante en un coche. De hecho, todos los vehículos modernos incluyen uno, aunque no siempre fue así. Antes del siglo XX los sistemas de frenos de los coches se basaban en el mecanismo de bloqueo de pedales que resultaba muy poco práctico y seguro. Sin embargo, a medida que los coches fueron ganando en potencia los sistemas de freno se fueron perfeccionando.
En 1902, Louis Renault diseñó el sistema de frenos de tambor, un mecanismo que permitía reducir la velocidad del coche de manera más rápida y efectiva. Con el paso del tiempo este primer modelo de freno que se ejecutaba manualmente se fue perfeccionando hasta que en 1930 se introdujo el accionamiento hidráulico. De hecho, aunque actualmente la mayoría de los vehículos incluyen los discos de freno, todavía existen muchos fabricantes de coches que se decantan por incluir los frenos de tambor para incrementar la seguridad del vehículo.
Muchos de los coches modernos conservan los frenos de tambor en el eje trasero, que se utilizan fundamentalmente para el freno de mano. Básicamente, cuando accionas el pedal de freno, las zapatas que se encuentran en el interior del tambor son presionadas contra el cilindro generando una fricción tan fuerte que provoca que el vehículo se detenga. Se trata de un sistema muy efectivo y que tiene una larga vida, ideal para los vehículos pesados.
Los frenos de tambor también son muy útiles ante condiciones adversas como la nieve, la lluvia o carreteras y caminos secundarios que no se encuentran bien asfaltados ya que el sistema cuenta con un mecanismo que lo protege del agua, la nieve y el barro. Además, tienen una mayor superficie de fricción y su costo es mucho más bajo en comparación con los discos de freno.
Sin embargo, su mayor inconveniente radica en su sistema de ventilación. Las zapatas de los frenos de tambor tienen una capacidad muy limitada para disipar el calor que genera la fricción, lo que provoca que se sobrecalienten con facilidad. Por tanto, cuando se somete al vehículo a grandes esfuerzos, como cuando se baja una pendiente muy empinada, el sistema de frenado suele perder eficacia y con el paso del tiempo el tambor termina por deformarse. Aunque este problema suele variar dependiendo del tipo de freno de tambor.
Los frenos de tambor no suelen desgastarse tanto como los discos de freno pero llega un momento en el que es preciso revisarlos. El estilo de conducción, la forma en la que utilices los frenos y los trayectos que sueles recorrer son factores que inciden en mayor o menor en la duración de los frenos de tambor. No obstante, en la mayoría de los casos no se precisa cambiar el tambor a no ser que se haya deformado como consecuencia de las altas temperaturas y la fricción. En cambio, es probable que tengas que cambiar con mayor frecuencia las zapatas que, a fin de cuentas, son las que sufren directamente los efectos de la fricción.
A diferencia de los discos de frenos, en los frenos de tambor no suele verse a simple vista el desgaste. No obstante, si notas que el coche tarda en detenerse luego de haber accionado el freno de mano, tienes que presionar demasiado el freno para hacer que el coche se detenga o escuchas ruidos anómalos o vibraciones cada vez que activas el freno de mano es probable que necesites llevar el coche al taller para someterlo a una revisión.