La principal premisa para la conducción en lluvia es extremar las medidas de seguridad. Esto incluye llevar las luces encendidas, pero también moderar la velocidad y aumentar la distancia con el coche de adelante a fin de contar con el tiempo y espacio necesarios para frenar y realizar maniobras.
En la conducción en suelo mojado se reduce a la mitad la adherencia del neumático debido a que el asfalto es más resbaladizo. Para reducir al máximo el riesgo en este tipo de situaciones, además de contar con neumáticos en buen estado, es preciso llevar a cabo un mantenimiento regular de los amortiguadores y pastillas de freno. También resulta de crucial comprobar el buen estado de los limpiaparabrisas y neumáticos.
Para la conducción con lluvia es muy importante que los neumáticos estén en excelentes condiciones, tanto las gomas como la profundidad del dibujo.
El dibujo del neumático es lo que permite evacuar el agua y mejorar la adherencia al suelo, y así garantizar la correcta distribución de las fuerzas de frenado y dirección. La profundidad mínima legal del dibujo del neumático es de 1,6 milímetros, aunque se recomienda evitar llegar a ese grado de desgaste. Circular con neumáticos en correctas condiciones permite evitar el aquaplaning.
Los neumáticos de verano se deben cambiar cada tres años como mucho y los de invierno cuando el dibujo tenga menos de cuatro milímetros de profundidad.
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El aquaplaning ocurre cuando los neumáticos pierden adherencia al suelo, ya sea por atravesar un charco de agua o porque la carretera está inundada. Si los neumáticos en lluvia pierden el contacto con el suelo resulta complicado controlar el vehículo. La profundidad del dibujo y la presión de los neumáticos son dos de los factores determinantes del aquaplaning.
A menor presión y profundidad del dibujo, hay más probabilidad de que pierdas el control del vehículo por aquaplaning. Asimismo, debes saber que cuanta más velocidad alcances, antes sufrirás aquaplaning, ya que los neumáticos tendrán menos capacidad de evacuación del agua. Reduce la velocidad y evita cualquier movimiento brusco: gira suavemente y no frenes en seco.
Un consejo para evitar el aquaplaning es desacelerar el vehículo suavemente, levantando el pie del pedal ni bien escuches que varía el ruido de la rodadura o notes que cambia la fuerza de la dirección. Evita los charcos mediante movimientos suaves. Para ello es importante aumentar la distancia de seguridad. Si es inevitable, al salir dale ligeros toques al freno para que las pastillas se sequen.
Al conducir sobre suelo mojado la distancia de frenado aumenta. Por ejemplo, si la carretera está cubierta por una película de agua de 1,5 milímetros y los neumáticos tienen un dibujo de entre 1,6 y 3,00 milímetros de profundidad, la distancia de frenado aumentará en 34 metros respecto al suelo seco. En caso de tener que frenar con aquaplaning, si la película de agua tuviera 3,5 milímetros de profundidad y el dibujo del neumático estuviera en torno a los 1,6 milímetros, sería casi imposible controlar el vehículo.
Para evitar situaciones de riesgo, deberás gozar de la mejor visibilidad posible, de forma que puedas anticiparte a lo que ocurrirá y observar con antelación el estado de la carretera. La conducción con lluvia perjudica notablemente la visibilidad, especialmente si se trata de una lluvia torrencial, por lo que resulta determinante mantener una distancia de seguridad prudente y que el limpiaparabrisas esté en perfecto estado.
En caso de que se empañen los cristales, enciende el aire acondicionado y dirígelo al parabrisas. Ante problemas graves de visibilidad debido a la intensidad de la lluvia, busca una estación de servicio donde descansar hasta que mejore la situación. No te detengas en el arcén si no se trata de una urgencia, los demás conductores se enfrentan a lo mismo que tú y podrían no verte. Evita parar en zonas donde puedas estorbar, o donde fluya mucha agua y se hayan formado grandes charcos.